No hay mejor momento para tener un problema.
En el 'get ready' de hoy: la campaña que revolucionó NY, el negocio detrás de Buy Now, Pay Later, Gen Z obsesionados con los CDs, Sephora y Condé Nast jugando con influencers, y mucho más!
Una gorra y un café.
Este fin de semana, en el West Village de Nueva York hubo una cuadra de cola en un local. No era por el iPhone 17 Pro Max, ni por cookies virales de TikTok, ni por un sample sale del 70%. Era por una gorra que dice “Thinking”. Gratis, sí. Pero seamos honestos: si costaba $30 dólares, la gente igual se quedaba horas para pagarla. ¿Por qué tanta desesperación?
Porque, en una ciudad cansada del scroll infinito y del AI slop (ese puré de contenido genérico hecho por IA), Anthropic eligió pararse distinto: posicionar a Claude como una herramienta que potencia el pensamiento humano, no que lo reemplaza. El mensaje es simple y contracultural. No venimos a sacarte nada; venimos a empujarte a pensar mejor. La campaña se llama “Keep Thinking” y, en vez de más dispositivos y automatización, montaron un espacio analógico en NYC. Tan simple como un pop-up de café en el newsstand de Air Mail para recuperar la charla, la creatividad y combatir el “slop” digital.
La jugada, liderada por Sam McAllister y su equipo, es marketing experiencial, sí, pero con intención editorial; convertir a Claude en la IA de los “problem solvers” hartos del ruido. En un mercado donde todos compiten por tu atención a cualquier costo, ellos eligieron generar confianza. Y la construyeron a la vieja escuela, cara a cara, desde un kiosco de barrio.
¿Cómo se enteró tanta gente? Sam lo posteó en X con algunas fotos y la gorra “Thinking” hizo el resto, se volvió objeto de culto. El pop-up ofrecía café gratis, libros y thinking caps. Si tenías la app, desbloqueabas descuentos y features. Fue una forma elegante de conseguir descargas y usuarios a pesar de no ser una campaña de performance.
La repercusión fue masiva. Iban a abrir de 9 a 12, pero se extendieron porque la fila no terminaba. Cuando llegué, todavía había cola (ya no había gorras, sí café). Pasaron más de 5.000 personas en los días que estuvo abierto. El stock para una semana se agotó en dos y tuvieron que sumar tote bags. El día 1 hubo 700+ personas dando la vuelta a la cuadra. El hype fue real: tech enthusiasts, gente de la industria, estudiantes.
No fue solo físico el éxito, tuvieron +10 millones de impresiones en redes. Posts del estilo “AI hype en la vida real” y “Campaña icónica que me hizo hacer fila un sábado”. Muchos subieron fotos de gorras y cafés; algunos contaron que cambiaron su LLM principal a Claude.
También se ganaron la cobertura de medios como AdWeek que celebraron el tono anti-corporativo y el enfoque humano. La movida dejó a Anthropic como el “cool kid” de la IA; menos espectáculo, más criterio.
“Keep Thinking” es el primer esfuerzo publicitario grande de Anthropic y posiciona a Claude como socio pensante para resolver problemas reales, con un tono optimista y anti-slop. La campaña también aparece en anuncios de TV, streaming (Netflix, Hulu), print (NYT, WSJ), podcasts e influencers. El objetivo es simple; aumentar awareness en un mercado saturado y asociar Claude = pensar mejor.
¿La comparación con “Think Different” de Apple? Tiene sentido. Ambas celebran la creatividad humana amplificada por la herramienta. “Keep Thinking” usa estética retro, colores cálidos y un claim hermoso, There’s never been a better time to have a problem”, para cambiar miedo por curiosidad. La diferencia es que Apple era anti-establishment; Claude es pro-humano en la era IA.
Un día Anthropic dejó de lado los benchmarks técnicos donde se comparan las specs de cada modelo de IA, y eligió comunicar desde lo emocional. La gorra “Thinking” se volvió el símbolo perfecto.
🗞️EXTRA, EXTRA 🗞️
• Domino’s Pizza hace un rebranding por primera vez en 13 años | La esencia de la renovación es integrar la sensación de deseo por la pizza en todos los elementos. Crearon un nuevo jingle (”Dommmino’s™”) interpretado por el artista Shaboozey, que intenta incorporar ese sonido de placer al pronunciar el nombre. En cuanto a la estética, van a usar colores más vibrantes y brillantes (rojo, blanco y azul). Las cajas de pizza tienen un diseño más simple y luminoso. También le pusieron onda a las cajas, con el detalle que al juntar dos se forma el logo de Domino’s. Para las pizzas premium, como las de masa Pan y las de borde relleno de parmesano, hay cajas negras con detalles dorados metálicos para dar una sensación más premium.
Buy Now, Worry Later
Una de las historias de las que más se habló esta semana fue el caso de Elysia Berman. Creció mirando el lujo desde afuera y de grande encontró la “magia” para sentirse parte: apps que dividen cualquier capricho en cuotas y lo hacen parecer accesible. Terminó con $50.000 dólares de deuda. No es un caso aislado, es una foto de época.
Sabemos que los americanos aman consumir y se endeudan usando sus tarjetas de crédito, pero ahora hay un nuevo fenómeno que hizo que las deudas alcanzaran niveles históricos: Buy Now, Pay Later (BNPL). Un modelo que permite dividir cualquier compra en cuotas sin interés, con un clic, sin pasar por el filtro del banco. No importa si la tarjeta de crédito de tu banco tiene un límite chico o ni siquiera te dan acceso al crédito, ahora estas apps que se ven muy aesthetic y friendly, te dejan comprar lo que vos quieras con un clic, sin intereses (si seguis sus reglas) y sin pasar por el filtro de tu banco. Lo que empezó como una herramienta financiera se convirtió en un estilo de vida, y hoy mueve más de $120 mil millones anuales solo en EEUU.
Ya sé lo que vas a pensar; pero pará, en países de latinoamérica como Argentina pagar con cuotas sin interés es un clásico y siempre (o casi siempre…) te conviene por el historial con la inflación. Si, hay cuotas sin interés, pero son de los bancos y cada uno tiene un límite según la tarjeta que tenga. Acá el banco no interviene, estas apps actúan como un middle-man.
Desde hace siglos, los comerciantes ofrecen formas de pago a sus clientes de confianza y conocidos, el credito nació de manera informal anotando en un cuaderno y se basaba en la confianza. A principios del siglo XX en Europa y EEUU se empezó a formalizar el concepto. Ofrecían planes de pago a plazos para bienes caros, como muebles o electrodomésticos, permitiendo a los consumidores pagar en cuotas mensuales. Este modelo era especialmente popular entre la clase media, que buscaba acceder a productos de mayor valor sin pagar todo de una vez. En los años 50, las tarjetas de crédito transformaron ese hábito en el sistema que conocemos hoy. Diners Club, Visa y Amex democratizaron el acceso al crédito, pero también lo burocratizaron y encarecieron. Con intereses de más del 20% anual, comisiones y procesos lentos, el modelo bancario quedó anticuado frente a la velocidad del e-commerce.
A principios de los 2000s, algunos pensaron que el acceso al crédito estaba limitado, el sistema era anticuado, siempre eran los mismos jugadores y había que innovar, cambiar las reglas del juego. Todo empezó con Klarna, una startup sueca que permitió comprar online y pagar semanas después, sin intereses. Su éxito fue inmediato: transparencia, buena UX y lenguaje emocional: “Why pay the old way?”. Le siguió Affirm, fundada por Max Levchin (PayPal), que importó el modelo a EEUU enfocado en compras grandes y pagos mensuales. Dos años después, Afterpay apareció en Australia con su propuesta de “4 cuotas iguales” y estética millennial. La promesa de estas fintechs era hacer el crédito más accesible, más rápido y menos intimidante. En su discurso, “democratizar el crédito”. En la práctica, democratizar el consumo.
Durante la pandemia, el consumo online explotó. Millones de personas, con incertidumbre laboral y ganas de comprar, encontraron en BNPL una salida emocional: comprar sin sentir culpa. Primero fueron los Gen Z y millennials, pero los boomers y profesionales con ingresos más altos no tardaron en adoptarlo. Lo que nació para financiar compras medianas terminó usándose para todo: ropa, beauty, viajes, incluso comida. ¿Se imaginan pedir una pizza en cuotas?
¿Cómo funcionan entonces estas apps? Por ejemplo, comprás una laptop de $1000. En el checkout, elegís pagar con Klarna. Pagás $250 hoy y tres cuotas más de $250 cada dos semanas. La fintech que uses le paga al comercio el total (menos una comisión que se llevan) y te cobra a vos en cuotas automáticas. Por supuesto que si no pagás a tiempo, hay multas. A diferencia de los bancos, no pedís tarjeta ni te evalúan. En minutos, tenés crédito.
Para el usuario, BNPL parece una herramienta “amable”. Pero su rentabilidad es altísima. Estas empresas cobran comisiones de entre 2% y 9% al comercio, además de intereses a sus usuarios en planes largos y penalidades por mora. Pero ojo, el verdadero activo de estas apps son los datos. Cada compra revela patrones de consumo y nivel de riesgo. Esa información vale más que el interés perdido. Por eso el objetivo no es solo prestar dinero, es controlar el momento del pago, ser el middle-man entre el deseo y la compra.
En 2019, el BNPL representaba apenas $2 mil millones en compras. Cuatro años después: $120 mil millones. Más de 90 millones de estadounidenses usan alguna app de BNPL. El crecimiento no para pero la deuda tampoco. El 40% de los usuarios admite haberse atrasado al menos una vez con el pago de cuotas, y los estudios de la Reserva Federal muestran que los que usan BNPL suelen tener menor puntaje crediticio y más deuda total.
Aun así, el modelo sigue expandiéndose. Las fintechs no solo prestan, ahora emiten tarjetas físicas y ofrecen crédito directo en los locales. Para las empresas, el modelo BNPL es marketing disfrazado de forma de pago. Los comercios se benefician porque aumenta el ticket promedio y las ventas. Marcas como Sephora, Apple, Nike o Airbnb pagan comisiones más altas porque lo recuperan con las ventas. Un estudio de Journal of Marketing mostró que los consumidores gastan 10% más cuando pueden pagar en cuotas. El mensaje implícito es “si lo podés dividir, lo podés permitir”
La pregunta es: ¿deberían los bancos estar preocupados? Sí, porque el modelo BNPL no solo “les saca compras” también les cambia el juego donde más les duele: el instante del pago. Ahí es donde la tarjeta suele ganar intereses, fees y, sobre todo, datos para conocerte y fidelizarte. Cuando ese momento se traslada a una app como Klarna o Afterpay, el banco deja de ser la cara de la transacción. Para el usuario, la relación emocional ya no es con la tarjeta sino con la app que le resolvió la compra en dos toques; y cuando cambias la relación, cambiás el hábito.
¿Significa que “se terminaron” las tarjetas? No, pero sí que perdieron el protagonismo cultural del checkout. Por eso ves a Amex, Citi o Chase copiando funciones tipo cuotas y planes fijos, intentan recuperar cercanía y previsibilidad. Si los bancos quieren dormir tranquilos, tienen que competir en algo que nunca fue su fuerte: experiencia. Notificaciones que ayudan de verdad (no que asustan), calendarios de pagos simples, reglas sin letra chica y, si van a cobrar algo, decir cuánto y por qué.
Estas apps de BNPL se venden como aliadas del acceso: “venimos a democratizar el crédito”. Suena bien, pero el incentivo real no es la inclusión, es el volumen. BNPL no te construye historial sólido, no te educa, no te cuida del sobreendeudamiento. Democratiza la compra, no el crédito. Su misión, digan lo que digan, es convertir cada deseo en una transacción posible.
El Buy Now, Pay Later no es solo una herramienta tech; es el espejo de la época. Aprendimos a financiar emociones, no solo bienes. Cuando todos compran ahora y pagan después, alguien paga el costo al final. A veces es el usuario con ansiedad y recargos; a veces el comercio con más comisiones; a veces el sistema entero con más riesgo. La comodidad puede ser real. El precio, también.
🗞️EXTRA, EXTRA 🗞️
• La cadena de supermercados Erewhon engañó a todos y presentó un kit para hacer sus smoothies | El reciente lanzamiento de Erewhon fue un kit para hacer en casa su famoso Strawberry Glaze Skin Smoothie, una bebida viralizada gracias a celebridades como Hailey Bieber. La controversia surgió porque, después de una campaña de expectativa que sugería la apertura de una nueva location o una expansión a Nueva York, la cadena de supermercados de lujo californiana anunció que, en realidad, se trataba de un kit de $100 dólares (con ingredientes para cuatro batidos) que se enviaría a todo el país. A pesar del precio, el kit se agotó en dos días.
MadWoman.
Alex Cooper es la podcaster mujer más popular. Cada episodio suma al menos diez millones de oyentes. Muchos la llaman la Oprah de la Generación Z. En apenas siete años pasó de grabar en su departamento en Nueva York a firmar un contrato de US$125 millones, entrevistar a Kamala Harris, crear su empresa de medios Unwell, lanzar una bebida con electrolitos y vitaminas B pensada para mujeres, y esta semana volvió a ser noticia con su propia agencia creativa. Y no arrancó con cualquier cliente. Uno pensaría en una marca de beauty, pero no. Fue Google. Alex no busca empresas con presupuesto chico.
Sé que muchos no la tienen tan vista, así que un resumen rápido de cómo llegó hasta acá. Nació en 1994 en Pennsylvania, estudió cine y medios y en 2018, mientras trabajaba en ventas de publicidad en Nueva York, creó Call Her Daddy con su roommate para hablar sin filtros de citas y vida real. El show explotó de 12 mil a 2 millones de descargas en semanas y nació el Daddy Gang, una comunidad joven y mayormente femenina que buscaba autenticidad. En 2020 se quedó con el control total tras una separación pública, profundizó en salud mental y crecimiento personal y se apoyó en datos para pulir formato y conversación. En 2021 cerró un acuerdo de US$60 millones con Spotify que sumó video e interacción y la llevó al puesto de podcast femenino número uno a nivel global. En 2024 firmó por US$125 millones con SiriusXM, validando su peso cultural. En 2023 lanzó The Unwell Network para amplificar voces Gen Z, sumó creadores emergentes y llevó el show a estadios con sold outs. Incluso eligió a Phoebe Gates para The Burnouts, uno de los podcasts nuevos de la casa. Si quieren más, dejé un hilo en X con toda la historia.
La noticia de la semana. Sumó otra pieza a su imperio con Unwell Creative Agency, la agencia dentro de su compañía que conecta marcas con mujeres Gen Z a través de contenido, campañas, eventos en vivo y todo el ecosistema de podcasts y producciones que ya opera.
Los Gen Z aprendieron a esquivar anuncios perfectos y con mensajes artificiales, aburridos, con voces de plástico. Alex les promete a sus clientes creatividad con humor, crudeza y vida real para que los anuncios no pasen por alto. No es que ella va y pone solo la cara o la voz. Dice que se mete en la estrategia y en el craft para evitar la publicidad que su audiencia mutearía sin culpa.
Esto no nace en Madison Avenue. Es la misma ola de celebridades que construyen agencias y productoras para transformar fama en negocio estable y controlar la narrativa. Ryan Reynolds lo probó con Maximum Effort. Alex va por esa ruta con un activo que pocos tienen. Un show que promedia diez millones por episodio y una comunidad que compra.
Después de tantear marcas en Cannes Lions, el evento más importante de publicidad del mundo, la agencia cerró un acuerdo multianual con Google para creatividad y medios. Habrá activaciones en vivo y piezas sociales mientras Unwell muestra cómo usa Pixel y Android en la vida real. La primera entrega ya salió. Get Lost para Google Pixel y T Mobile con Aidy Bryant, Sabrina Impacciatore y la propia Cooper en un road trip cómico. Ella aclara que no piensa aparecer en todo. Si la historia pide otra voz, la van a buscar. La marca es Unwell, no Alex apareciendo en cada anuncio.
¿Qué cambia en el mercado? Más pruebas de que la atención se gana con afinidad y comunidad, no solo con pauta. Las marcas quieren atajos hacia Gen Z. Cooper ofrece un puente que mezcla alcance real, producción propia y lectura fina de códigos culturales. Menos endorsement por contrato y más co creación con control. Para las marcas el premio es credibilidad. Para Cooper una nueva línea de ingresos que no depende del algoritmo ni del CPM.
El negocio publicitario en podcasts en Estados Unidos superó los dos mil cuatrocientos millones en 2024 y sigue madurando. Suben la competencia y la exigencia. Plataformas como YouTube suman herramientas nuevas y los anunciantes piden formatos con storytelling y confianza. Alex llega con algo que no se compra en una pauta. Comunidad, data y una sensibilidad para hablarle a Gen Z sin sonar a manual.
Si tu audiencia es joven y femenina, Unwell te da acceso a un stack completo. En un entorno donde la gente scrollea sin mirar, Cooper apuesta por lo básico y difícil. Hacer que te importe mirar, y quedarse a escuchar.
🗞️EXTRA, EXTRA 🗞️
• Paramount compra The Free Press y Bari Weiss asume como editora en jefe de CBS News | Paramount paga ~$150 millones y se queda con The Free Press mientras nombra a Bari Weiss al frente de CBS News, un giro que busca “confianza y hechos” y atraer nuevo público. Bari tendrá influencia sobre toda la redacción, mientras The Free Press seguirá operando de forma independiente dentro de Paramount. El movimiento anticipa una reconfiguración editorial de CBS News en un clima político que premia la dureza por sobre la sensibilidad.
• Reese Witherspoon y Hello Sunshine se suman a ‘Polly Pocket’ con Lily Collins | El proyecto live-action de Polly Pocket avanza con nuevos guionistas y la productora de Reese Witherspoon co-desarrollando junto a Mattel Studios y Amazon MGM, mientras Lily Collins sigue como protagonista y productora; tras la salida de Lena Dunham, el plan es capitalizar el post-Barbie con una comedia pop que relance a la micro-muñeca en cines.
Un cassette con lo nuevo de Sabrina Carpenter.
Para sorpresa de muchos, el gadget tech más deseado por la Gen Z en 2025 no es el último iPhone. Según lo que muestran las redes, ahora en las fiestas se ven cámaras digitales con correa en el cuello y celulares con “tapita”. En las plazas o calles, los adolescentes están comprando CDs e incluso cassettes de Sabrina Carpenter, Billie Eilish así como también de artistas de los 2000s. Si, están volviendo las pilas de CDs. Durante varios meses hablamos de que era una etapa de nostalgia, pero el tiempo sigue pasando y cada vez usan más cosas… ahora también quieren DVDs!
Si, es una escena rara pasando en plena era de la IA. Pibes que nacieron con un iPhone en la mano están guardando el smartphone en la mochila. Parece ser una respuesta a un desgaste real. Menos scroll, menos notificaciones, más ritual. Volver a elegir la foto antes de sacarla. Volver a escuchar un álbum de principio a fin. Volver a caminar sin mirar Google Maps cada cinco minutos.
¿De dónde sale este revival? Del control y la pertenencia. Después de una década de feeds infinitos, muchos sienten que la pantalla manda más que ellos. Eligen tecnologías de un solo propósito porque devuelven el foco. Una cámara que solo saca fotos no te interrumpe con mensajes. Un CD no te empuja recomendaciones. En paralelo, las redes amplifican la estética Y2K (Year 2000s). La moda lo hace cool, pero lo que sostiene la tendencia es el alivio de usar objetos que no te piden atención constante.
El impacto económico ya se nota. Suben los precios de camaritas usadas y auriculares sin bluetooth en los marketplaces. Crecen las ventas de música física y vuelven los lanzamientos en múltiples formatos. Nacen servicios que curan CDs por suscripción y ferias que mezclan vinilos con cámaras y accesorios. Las marcas olfatean oportunidad. Algunas relanzan líneas retro. Otras fabrican dispositivos nuevos con look vintage y funciones mínimas. El retail de segunda mano se beneficia y aparecen negocios de reparación y repuestos que parecían extintos.
Culturalmente es un cambio de chip. No es un rechazo total a lo digital. Es ponerle límites. Usar el celular para trabajar y coordinar, pero sacar fotos con una digital el fin de semana. Publicar menos y atesorar más. En encuestas recientes, una mayoría de jóvenes admite que dependemos demasiado de la tecnología y muchos dicen que querrían un mundo menos conectado.
Para las marcas y los medios hay una lección práctica. La atención ya no se gana solo con algoritmos. Se gana con experiencias que devuelven agencia. Productos simples que hacen una cosa bien. Campañas que respetan el tiempo del usuario. Ediciones físicas con valor de objeto. Contenidos que invitan a pausar, no a scrollear sin fin. Quien entienda este deseo de control puede construir lealtad en un contexto que premia la calma como un lujo.
El futuro es un mix consciente. Elegir cuándo estar online y cuándo no. Alternar entre velocidad y lentitud según el momento. En un ecosistema que corre cada vez más rápido, la tendencia a la old tech no es un paso atrás. Es una forma de recuperar el mando.
🗞️EXTRA, EXTRA 🗞️
• ¿Traer de vuelta el bullying? La provocación viral que normaliza la crueldad | En redes crece un discurso que dice que a los adolescentes “les falta calle” y que el bullying forma el carácter. Psicólogos y datos lo desmienten y prenden la alarma; el acoso hoy es digital, 24/7, afecta a un tercio de los chicos y golpea más a chicas, jóvenes LGBTQ y personas con discapacidades. Normalizarlo como “sinceridad” solo le pone moño a la agresión.
De afiliadas a vendedoras.
¿Te pasó alguna vez de seguir a un creador de contenido y querer ver de donde son sus zapatillas, tocar el “link en bio” y caer en un laberinto de pestañas hasta que te olvidaste qué ibas a comprar? Ese caos tiene nombre y es marketing de afiliados. Funciona así. Una influencer recomienda un producto, comparte un link con seguimiento, vos haces click, comprás en la web de la marca y ella cobra una comisión. Es el modelo que escalaron dos gigantes: 1) LTK que domina moda y belleza con millones de shoppers, 2) ShopMy, más flexible y muy fuerte entre influencers que arman “shops” personales. El problema es la fricción. Cada salto entre plataformas mata conversión y rompe la magia de una compra por impulso.
Sephora y Conde Nast quieren mejorar esta experiencia y no quieren quedarse afuera del negocio. Por eso, Sephora lanzó My Sephora Storefront. Le da a las creadoras su propia vidriera dentro de Sephora.com y de la app. Curás tus favoritos, armás colecciones, compartís links y la compra se cierra sin salir del ecosistema. Nada de mandar a la gente a otra web. Del lado editorial, Condé Nast prepara Vette para principios de 2026. Es una plataforma para que editores e influencers monten su boutique online con productos que ellos curan. El pago se procesa ahí mismo y las marcas despachan directo. Menos clicks, más conversión.
¿Por qué lo hacen ahora? Porque el poder de recomendación ya no está en los banners, está en la relación creador-fan. En belleza esto pesa el doble. La gente confía más en quién sigue que en un copy de una marca. Si la compra ocurre adentro de Sephora o Vette, el embudo se achica. Mejoran tasas de cierre, sube el ticket y los datos quedan en casa. Sephora deja de regalar tráfico a terceros y une recomendación, carrito y Beauty Insider en una sola experiencia. Condé Nast transforma su autoridad editorial en un canal de ventas propio y ofrece a las marcas un atajo cuando el wholesale sufre y el DTC es caro.
¿Qué se gana con esta nueva experiencia? La creadora pasa de “pegar links” a tener una tienda real con diseño propio, analytics y acceso a lanzamientos. Comisiones más predecibles y una experiencia que no rompe con lo que se vio en stories. La marca llega al checkout nativo sin perder a la usuaria entre redirecciones y cookies que caducan. Sephora captura la venta y fideliza. Condé Nast abre una vía nueva para diseñadores grandes y talentos emergentes con herramientas de IA que sugieren inventario, precios y campañas.
Ejemplo concreto. Antes veías un serum en el reel de una influencer, apretabas el link, te mandaba a una plataforma de afiliados y recién ahí a la web de la marca. En el camino se pierde gente y se pierden datos. Con My Sephora, ese mismo reel te lleva a su storefront dentro de Sephora. Un toque y compraste. Con Vette, la editora de moda arma su selección de temporada, vos compras en su boutique digital y la marca envía. La sensación es de comprarle a alguien en quien confiás, pero con logística y garantías de un retailer serio.
Fashion y beauty viven del descubrimiento, el timing y la confianza. LTK y ShopMy demostraron que el modelo funciona, pero faltaba cerrar el círculo donde ocurre la inspiración. La apuesta de Sephora y Vette promete una mejor experiencia y un mejor negocio para las marcas. Para quien crea contenido, es pasar de recomendar a realmente vender. Para quien compra, es simple. Viste algo, te gustó, lo sumaste al carrito sin perderte en el camino.
🗞️EXTRA, EXTRA 🗞️
Una inversión millonaria en Malbon Golf | La marca Malbon Golf, fundada en 2017 en Santa Mónica y dirigida por Aaron Heiser (quien fue vicepresidente global de indumentaria en Nike durante casi dos décadas), acaba de levantar $28 millones de dólares de una ronda de inversión planificada de $43 millones. Malbon se destaca por su propuesta de fusionar la cultura streetwear con el mundo tradicionalmente conservador del golf, atrayendo a jugadores más jóvenes y fashion forward.